La publicación de We Ride the Storm ha seguido el camino de Senlin Ascends o The Long Way to a Small, Angry Planet, primero se autopublicó y luego una editorial vio su potencial y decidió lanzarlo bajo su sello. Esto ya da una idea de que el libro debe tener algo especial para conseguir destacar entre los muchos volúmenes que los propios autores publican a lo largo del año.
Es una novela que está muy bien escrita, con una prosa que se adapta a cada uno de los tres puntos de vista que utiliza la autora. Se sale de los lugares comunes de la fantasía épica ya que el escenario no es el tan manido reino pseudomedieval europeo, algo que se agradece, si no un imperio de inspiración asiática.
Los tres puntos de vista son tan diferentes entre sí como atractivos. Por un lado tenemos a la princesa Miko, que junto con su hermano son herederos al trono del imperio de Kisia, aunque esta línea sucesoria no está perfectamente clara. Su posición es algo endeble y son víctimas frecuentes de intentos de asesinato. Su madre es la principal conspiradora para que ellos hereden el trono, pero las intrigas palaciegas están a la orden del día y no son los únicos implicados.
También tenemos al capitán Rah de los Levanti, un pueblo nómada con sólidas creencias religiosas que se encuentra bajo el yugo de los Chiltaens y están obligados a luchar sus guerras. Este personaje es especialmente atractivo por el conflicto mental constante que le supone tener que defender el bienestar de su “manada” y cumplir con sus obligaciones religiosas, siendo una de las más importantes cortar la cabeza de los muertos para liberar sus almas. Y casi al principio de la novela este hecho se relata con tanto detalle anatómicamente hablando que casi deja de resultar truculento y pasar a ser un estudio antropológico.
La última y quizá la más interesante es Cassandra Marius, una prostituta-asesina (el pluriempleo también ha llegado a la fantasía épica) que oye voces en su cabeza. Quizá sea víctima de una enfermedad mental o quizá la explicación para esto sea aún más oscura.
Los tres personajes irán narrando su historia y acercando sus caminos, aderezados con algunos giros de guion que pueden resultar más o menos sorprendentes. Hay momentos que pueden ser más aburridos para el desarrollo de la novela, aunque en general Devin Madson ha conseguido mantener el ritmo. Quizá estos pequeños altibajos sean debidos a mi preferencia personal por las historias de uno u otro de los protagonistas. También es cierto que en algunas ocasiones el destino parece inevitable y ninguna de las acciones que llevan a cabo los implicados sirve para cambiar ni un ápice el final.
En definitiva, una novela interesante con algunos toques novedosos que puede interesar a los lectores de fantasía épica y que deja bastantes tramas abiertas para la siguiente entrega.