La primera entrega de las historias gaslamp fantasy de Emma Newman me dejó con ganas de más, así que en cuanto cayó en mis manos Weaver’s Lament me puse con él y he de decir que prácticamente lo devoré.
Newman sigue utilizando ese tono entre ingenuo y reivindicativo que es característico de la protagonista, que se revuelve ante las injusticias, pero que por un mal entendido sentido del deber familiar supedita sus creencias al bienestar de su hermano.
Afortunadamente, esta entrega no sufre para nada del síndrome del segundo libro, es más, se aprovecha de que el mundo ya está más o menos definido para centrarse en la historia. Me gusta especialmente el “realismo” de la narración, si me permitís esta expresión, porque aunque la explicación de lo que ocurre en el telar es mágica, todo lo que la envuelve es perfectamente creíble.
Se podría entender el sufrimiento y la pérdida de “alma” de los trabajadores como una metáfora de la alienación que sufrieron los obreros de la Revolución Industrial, asi como la persecución de los peligrosos agitadores socialistas que amenazan la estabilidad. Las insalubres condiciones laborales, el trabajo infantil, los frecuentes accidentes… todo está permitido para el beneficio del patrón.
Todo esto no quiere decir que Weaver’s Lament sea un panfleto. La parte mágica es entretenida y las relaciones interpersonales avanzan para la que será la tercera entrega de la serie. Pero todo esto parece poco importante respecto al aspecto social del libro. ¿Lo habéis leído? ¿Os da la misma impresión que a mí?