Cada enero tenemos una cita con la nueva novela corta de la saga Wayward Children. En esta ocasión Seannan McGuire toma como protagonista a Cora, la sirena que salió mal parada en Come Tumbling Down. Desde aquella aventura, Cora no puede descansar porque no cesa de sentir la llamada de los Dioses Ahogados. En su regreso a la escuela de Eleanor West no consigue volver a la normalidad y decide tomar una decisión radical: abandonar la disciplina de la escuela y matricularse en el Instituto Whitethorn, que exhibe una filosofía opuesta a la que está acostumbrada y hace que sus estudiantes rompan todos los lazos que les puedan quedar con sus mundos de adopción.
Pero esta decisión puede no haber sido la más acertada que Cora ha tomado.
Tras unas entregas un tanto más flojas que las primeras de la serie, McGuire vuelve a tomarle el pulso a la historia con una narración que se centra mucho en el bullying y en general en las malas relaciones que muchas adolescentes sufren. Principalmente se refleja en Cora y como tratan su tamaño, pero el libro está plagado de ejemplos de maltrato. Es tan real que te recorren escalofríos conforme lo vas leyendo. Los peores monstruos son los más cercanos, así que a pesar de ser uno de los libros más realistas de la saga, no por ello deja de ser inquietante en su desarrollo.
El libro también se basa en la sororidad y cómo el compañerismo es lo que nos puede hacer fuertes frente a la adversidad. Tendremos apariciones de algunas protagonistas de entregas anteriores y nuevos miembros que se añadirán a la panoplia de personajes que está creando la autora estadounidense. Creo que en esta ocasión Seanan da un cambio de dirección al camino por el que se estaba encaminando la serie en su totalidad, y que la existencia del Instituto Whitethorn dará muchos quebraderos de cabeza en un futuro no muy lejano.
Y ahora nos queda todo un nuevo año de espera para ver por dónde sigue la historia.