Siempre he pensado que Kelly Link escribe muy bien, pero sus historias se van un poco demasiado al camino weird para que me acaben de convencer. White Cat, Black Dog está compuesto de siete relatos que reinventan cuentos clásicos, pero con ese toque de surrealismo que es una de sus características principales aunque estén situados en el mundo moderno. Están escritos de una manera exquisita y tanto si conoces como si no conoces los originales en los que están basados, creo que merece la pena leerlos. Además, cuenta con la ventaja de que la longitud de la obra completa no llega a las trescientas páginas y ya se sabe que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Recopila historias publicadas originalmente en otros lugares, lo que hace que no tengan un hilo conductor entre ellas, más allá del propio retelling.

Como en toda antología de relatos, los hay que gustarán más y menos al lector, pero creo que en esta ocasión la autora ha sabido mantener un nivel bastante alto en todos ellos. Se notan ciertas pautas en las adaptaciones, principalmente el uso de sustancias alucinógenas y en especial, ese aura de irrealidad que convierte lo mundano en extraordinario cuando se le da un toque fantástico. Los escenarios también están trabajados de una forma que atrapa al lector, como esa compañía ambulante en un mundo postapocalíptico que ejerce las funciones de correo a la vez que entretiene a los supervivientes o esa mansión alejada de todo y de todos que recibe extraños visitantes. Cada relato es una pequeña perla que se engarza en el imaginario del lector.
No voy a desgranar cada relato porque, sinceramente, creo que es mejor adentrarse en la lectura sin saber muy bien qué te vas a encontrar.