Aunque la fama “total” le ha llegado a Martha Wells con su serie de Matabot, no podemos olvidar que en su dilatada carrera también ha escrito mucha fantasía, así que me hacía ilusión ver con qué nos sorprendía con Witch King. Por desgracia, nos encontramos ante un libro del montón, tanto, que casi me cuesta trabajo encontrar las palabras para comentarlo, de la poca huella que me ha dejado.
La novela está dividida en dos líneas temporales, el pasado y el presente. El protagonista es Kai, un demonio capaz de ir poseyendo distintos cuerpos según los va necesitando, con lo cual podría decirse que es prácticamente inmortal. Pues bien, la primera escena es su liberación de una trampa que lo tuvo encarcelado durante largos años. Así que buscará venganza contra quién osó atraparlo de esa manera.
Y ya está, eso es todo, porque desde ahí y estoy hablando del primer capítulo, la novela pierde totalmente el norte. Hay personajes secundarios pero parece que los envuelve una neblina que los desdibuja del poco interés que despiertan, hay traiciones entre bambalinas que pasan perfectamente desapercibidas, la historia situada en el pasado que debería darnos contexto sobre la situación actual es banal y soporífera.
La construcción del mundo es innecesariamente compleja y frustrante para el lector, que acaba con muchas más preguntas que respuestas.
El ritmo es lento y parsimonioso, y aunque tiene algunos destellos de humor, lo cierto es que no salvan una novela que es perfectamente prescindible.
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