Sigo con la lectura de esta interesante saga ucrónica en la que la Segunda Guerra Mundial no transcurrió como hemos estudiado en clase de Historia.
Esta cuarta entrega tiene un elemento que a mi entender la diferencia de las demás y es la espectacular portada que, sin una sola palabra, nos hace ver el gran cambio histórico que se relata en sus páginas. Vemos a un soldado soviético caminar entre ruinas, comprendemos que es francotirador por su rifle envuelto en trapos para evitar ruido, pero… ¿cómo es que entre las ruinas se ve la típica cabina de teléfonos británica?
Y es que éste es el cambio que nos cuenta Herik Hanna, las potencias del eje invaden el Reino Unido empezando por Escocia, se lucha por cada palmo de terreno y los francotiradores rusos causan estragos entre el mando británico. Especialmente Vasili Záitsev, que alcanza la cifra de 200 bajas entre el enemigo y recibe una condecoración por ello, pero su pericia lo convierte en el objetivo de varios complots para acabar con él.
El guión es enrevesado y agradece, como casi todas las entregas de esta serie, una relectura. El dibujo, a cargo del español Ramón Rosanas, es pausado y certero, adecuándose perfectamente al carácter de la historia y de los francotiradores protagonistas. El color, también del mismo autor, juega con las sombras y las ruinas en contraposición con el rojo de la sangre de las víctimas. Todo un acierto.
En el próximo tebeo, la acción se desarrollará en Sicilia. Estoy impaciente por leerlo.